Revoloteos de murciélagos en mi interior
golpe seco en la sien
el peso de mi cerebro, sobre la inconsciencia
un vaivén de ventana rota,
el frió entrando por mi boca alojándose en mi corazón
caer y caer en espirales interminables.
De repente, veo tus ojos
tus ojos grandes,
del color de un lago triste que nadie visita
y advierto que hay algo en ti
que me detiene en seco de caer
debería atarme de tu mano, y no soltarla jamas.